En este lugar operaron, durante casi
todo el siglo XIX, varias ladrilleras que, al extraer arcilla del suelo,
formaron un enorme socavón. En 1893 se sembraron ahí miles de árboles
-los más de ellos, pinos- que habrían de formar el bosquecillo llamado
Nochebuena, que fue su primer nombre como parque público. También se le
conoció como Parque de los Pinos y con su nombre oficial, que es Parque Luís G. Urbina, pero durante al menos medio siglo la gente lo ha conocido como Parque Hundido.
En los años 70 del siglo XX el parque
fue acondicionado para mostrar a los visitantes 51 reproducciones muy
bien hechas de piezas precolombinas, en seis rutas correspondientes con
otras tantas regiones culturales de Mesoamérica: Altiplano, Oaxaca,
mayas, olmecas, totonacas y huastecos. Se convirtió entonces en el Parque Arqueológico Luís G. Urbina, pero la gente siguió llamándole Parque Hundido.
No está cercado. Su entrada principal es
por la Avenida Insurgentes Sur, donde se ve una gran escalinata rodeada
por fuentes y un jardín en forma de estrella con un enorme reloj
mecánico cuya carátula esta formada por plantas y flores que cambian
dependiendo de las estaciones del año.
En el perímetro del Parque Hundido
hay muchos restaurantes y bares. Hay también hoteles de diversas
categorías que se cuentan entre los predilectos por los visitantes que
vienen a la ciudad por negocios. Está muy cerca de la Plaza de Toros
México y del Estadio Azul.
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