El viajero se siente desprotegido,
desolado, casi desnudo. No es común que suceda; se sabe que una de cada
diez mil maletas no llega a su destino o se extravía por horas o días.
Pero si justo a ti te ocurre, es bueno tener en cuenta los siguientes
datos.
La primera señal de que algo anda mal se
produce cuando la correa transportadora queda vacía y comienzas a
sufrir unos minutos interminables mirando por el agujero por donde
debería aparecer, deseando con todas tus fuerzas que tu equipaje surja como por magia… pero este no llega. No queda otra que resistir las ganas de destruir el aeropuerto y sus alrededores, y recurrir a un funcionario de la línea aérea por la que viajaste.
No debes abandonar el aeropuerto
y tampoco tomar contacto inmediatamente con familiares o conocidos que
te esperan, para evitar cualquier suspicacia o malentendido.
Agotada la búsqueda, deja constancia por
escrito en los formularios especiales para estos casos. Intenta
detallar lo más fielmente posible el contenido de la o las maletas perdidas, y si no hay respuestas concretas, no pierdas contacto con la empresa aérea. Ellas son completamente responsables por el equipaje
y en caso de extravío definitivo, deberán pagar una compensación que,
en ocasiones (casi todas las ocasiones, para ser sincero), no cubre todo
lo perdido. Después de un par de meses, la compañía que “olvidó” tu
maleta o mochila sólo te reembolsará 20 dólares por cada kilo que se
extravía, sin considerar para nada el contenido de lo extraviado. Se
supone que en su interior el pasajero sólo lleva elementos de primera
necesidad y no un tesoro incalculable.
Si el equipaje se ha
extraviado en un destino que no es el punto de origen (o sea: tu valija a
salido a dar la vuelta al mundo, y se ha olvidado de ti), el pasajero
de clase turista tiene derecho a una compensación de alrededor de US$
100 que, se suponen, ayudarán a paliar los gastos inmediatos.
Tampoco hay que dejarse vencer por las
excusas o explicaciones que puedan darnos desde la línea aérea, hay que
insistir y llamarlos y reclamar hasta el hartazgo, ya que a veces si uno
deja de reclamar puede disolverse todo en nada.
A veces hay que estar dispuesto a
negociar, y quizá en vez de efectivo puedas recibir un pasaje –o dos- en
compensación, lo que no está nada mal… (admito que no me molestaría
perder una pequeña mochila a cambio de un pasaje ida y vuelta a una
playa paradisíaca).
Colocar un distintivo en todos los
bultos que lleves con nombre, dirección, número de teléfono, ciudad y
país de residencia. En lo posible, toma un seguro de asistencia antes de
salir, para compensar la pérdida. No olvidar el color y otras
características de tu equipaje es fundamental y cuidar
la contraseña que te dan para retirarlas pueden evitarte muchos
disgustos. Sin eso, puede que pierdas todo el equipaje, y que para colmo
jamás veas un peso en compensación.
No lleves documentos o cosas
indispensables en el equipaje. Es preferible llevarlas en una riñonera
(cangurera, banano) o bolso de mano, sin perder nunca de vista a éste,
ya se sabe que siempre hay gente dispuesta a llevarse lo que no
corresponde.
Ojalá estos consejos sirvan para evitar muchos dolores de cabeza y así disfrutar de un excelente viaje.
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