Muyil, cuyo nombre procede del vocativo de una de las dos lagunas adyacentes, Muyil y Chunyaxché, representa uno de los sitios mejor conservados de la reserva protegida de Sian Ka’an.
Muyil empezó a ser
habitado en el periodo preclásico tardío, 300 a.c. al 250 d.c. Para esa
época, sus pobladores tuvieron una economía basada en la exploración de
su variado entorno -selva, lagunas y mar-. Durante la época clásica, Muyil
registró un incremento demográfico que se inició con la construcción de
estructuras tanto habitacionales como de carácter cívico-religioso.
Alrededor del año 600 d.c. cesaron los
vínculos comerciales con Belice y se entabló una nueva relación con
sitios del interior de la península. La mayor parte de los restos
arquitectónicos documentados datan del posclásico temprano y
especialmente del tardío, entre el 899 d.c. y el 1550 d.c.
En la época prehispánica, Muyil
jugó un papel importante en la ruta comercial costera, ya que se ubica a
escasos 12 kilómetros del Mar Caribe. La actividad económica de Muyil se desarrolló por medio de las lagunas colindantes: Chunyaxché y Muyil mismo.
El Castillo de Muyil,
es la construcción de mayor importancia, con una altura de 17 metros.
Consta de un basamento piramidal de cinco cuerpos, coronados por un
templo. Se han podido definir dos etapas constructivas, que presentan
rasgos arquitectónicos similares a los que se encuentran en estructuras
de la región del Petén. En un altar o caja situada en el remate de la
escalera de la primera fase, se hallaron dos ofrendas consistentes en
diversos objetos: cuentas, pendientes, orejeras, bezotes y anillos, de
los cuales, 183 fueron elaborados en jadeíta y 79 en caracol. No se sabe
con exactitud cuál fue su función; posiblemente se erigió para
representar a la ceiba -el árbol sagrado de los mayas-. Esta especie de
torreta contaba con piedras salientes que pudieron haber representado
las púas de la ceiba.
El Castillo de Muyil
posee dos altares, en uno de los cuales, en 2002, arqueólogos del INAH
encontraron una ofrenda consistente en pequeñas cuentas, pero en gran
cantidad, hechas en piedra verde, concha y caracol. Otro de los
elementos que hace obligada la contemplación de este edificio maya es un
friso estucado que se encuentra en la parte de atrás, que contiene la
representación en relieve de dos garzas caminando en sentido opuesto.
El Templo 8 consiste de un basamento
piramidal de tres cuerpos, cuya fachada principal mira al Norte, en su
cima se construyó un templo de pequeñas dimensiones que después quedó
cubierto por un edificio similar, pero de mayor tamaño. Al igual que el
Castillo de Muyil, este templo tiene dos etapas
constructivas, en donde la subestructura conserva restos de pintura
mural. El conjunto arquitectónico formado por este edificio y las
estructuras adyacentes, está delimitado por un paramento o muro de baja
altura, que posiblemente contribuía a acentuar el carácter sagrado de
esta área.
Durante los trabajos de restauración del
Templo 8, los especialistas del INAH dejaron a la vista una
subestructura y una escalera que hay al interior del mismo, con la
finalidad de que cualquiera pueda apreciar la parte nuclear de un
edificio prehispánico.
Si sigues avanzando por el sendero de Muyil,
podrás observar que al centro de los conjuntos arquitectónicos
sobresalen plataformas cívicas cuadradas con una escalera en cada lado,
en alusión a los cuatro puntos cardinales, y por las cuales subían los
personajes de alto rango par dar algún mensaje a la población.
Durante tu visita a Muyil,
que se localiza dentro de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an,
realiza una excursión para la observación de aves. Hay más de 300
especies, entre las que destacan el pavo ocelado, el perico de frente
blanca, el carpintero y la urraca yucateca.
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