Hoy desde aquí quería hablar de uno de los temas que más me divirtieron, asombraron y cansaron: el regateo. Probablemente no diré nada nuevo para aquellos que ya hayan lidiado con los "regateadores" de otros países (sobre todo árabes), pero en China tuve mi primera experiencia con el regateo puro y duro, y debo decir que no me dejó indifirente. Al contrario, es una de las cosas que más recordaré del viaje. Altamente aconsejable para cualquier viajero que vaya, o no, con intención de comprar.
Pese mi natural aversión por "las compras", en China no pude resistirme a la tentación de probar el famoso regateo. Tanto en Beijing (Pekín) como en Shanghai, mi pareja y yo pusimos en práctica varias veces nuestras artes negociadoras y no se nos dio tan mal como pensábamos, pero pudimos sacar precios mucho mejores. Siempre se puede.
La práctica del regateo no se lleva a cabo en todas las tiendas de China (aunque muchos han llegado a regatear el precio de una habitación de hotel). De hecho, más bien es una costumbre focalizada en ciertos mercados o calles comerciales. Uno no puede entrar en un Zara (que los hay, y a pares) y negociar el precio de una camiseta. Tampoco en centros comerciales ni tiendas donde los precios están marcados con etiquetas. Puntualmente puedes regatear en tiendas de barrio o de souvenirs pero lo normal, y lo más auténtico, es pasarse por los tradicionales mercados y bazares, que suelen estar perfectamente indicados en las guías de viaje. En Beijing los más importantes son el Mercado de la Perla (Hongqiao Market o Pearl Market) y el Mercado de la Seda (Silk Market o Silk Street). En Shanghai son conocidos el Mercado de Ropa de Dongjiadu (donde los turistas encargan sus trajes a medida), el Bazar de Yuyuan y el Mercado de antigüedades de Fuyou, entre otros.
Una de las primeras cosas que sorprende al novato es que estos mercados o mercadillos no suelen estar al aire libre. En la mayoría de casos los puestecitos se encuentran agrupados según la clase de mercancía que vendan en edificios de varias plantas. Las tiendas, aunque pequeñas, están perfectamente ordenadas y no son lugares ajetreados donde todo el mundo coge lo que quiere, lo mira, lo deja, etc. Al haber muchas tiendas parecidas no suelen encontrarse aglomeraciones de gente en un mismo puesto y es frecuente que haya al menos 2 dependientas para captar compradores y atenderles.
La venta, sobre todo en el Mercado de la Seda, es agresiva. Las dependientas pueden llegar a pelearse por ti tirándote de los brazos o pellizcarte en el trasero si hace falta. Eso sí, siempre desde el "buen rollo" y con una sonrisa en la cara. Nunca dejarán que pases por delante de ellas sin decirte algo y rápidamente soltarán algunas palabras en tu idioma (aunque ni siquiera te hayan oído hablar) para llamar tu atención. Con aparente inocencia te dirán que entres sin compromiso y eches una ojeada. Pero una vez que lo hagas estarás perdido. Si no te gusta una camiseta te ofrecerán diez parecidas, si no tienen tu talla o el color que te gusta lo pedirán a otra tienda... en fin, harán todo lo posible para que te quedes y compres. Una vez te decantes por un producto llegará el fatídico momento de preguntar el precio. Ahí empieza lo bueno.
Verás que todas llevan en la mano, o tienen cerca, una gran calculadora a prueba de miopes. Sin que tú se lo pidas, sólo por ser tú, verás que en la calculadora aparece un primer precio (el oficial), pero inmediatamente se reduce algunos yuanes. Ilustraré el regateo con el ejemplo de mi primera compra: yo había preguntado precio por unas playeras PUMA de imitación (casi todo es de imitación) y en mi cabeza pensé que 7€ era lo que quería pagar (había tomado esta referencia en internet). Cual es mi sorpresa cuando la dependiente me dice que eso vale 75€, pero que por ser yo se queda en 68€. Al ser mi primera compra subestimé el poder de las negociaciones, así que descarté llevármelas por 7€, pero fue mi primera propuesta cuando ella me dijo: "ok, ok, how much? cuánto, cuánto?". Al ver que yo le ofrecía 7€ (cantidad que debes teclear en la calculadora en yuanes... o sea, unos 70), ella puso cara de asombro y me dijo, en pocas palabras, que ni loca me las iba dar a ese precio.
El resto de la batalla (porque a veces puede parecer eso) fue un continuo tira y afloja de precios cada vez más cercanos y de argumentos cada vez más estúpidos. Ella me dice que son verdaderas; yo le digo que soy estudiante. Ella me dice que toque el material y vea la gran calidad que tiene; yo le digo que soy pobre y que no tengo ni para comer. Ella me dice que en Europa todos somos ricos; yo le digo que nosotros nos hemos gastado todo nuestro dinero en este viaje. Ella me dice que somos muy tacaños (y esa palabra me la dice en castellano), yo le digo que somos catalanes, que es normal. En fin, después de hacer que llora y decir que la estoy volviendo loca, que no haga más bromas con los precios que le ofrezco, que le duele la cabeza de escucharme y otros trucos de teatro, acabo pagando 12€.
No es un mal precio, pienso, pero a los 10 minutos de estar en el mercado otra dependienta me dice "cómprame otro par, llévate otras... ¿cuánto te han costado?". Yo le miento diciendo que me han valido 10€ y ella me dice que me las habría vendido por 8€. Casi un mes después, al volver a Beijing, en otro mercado me las vendían por 5€. El aprendizaje que me llevé de nuestras diversas compras (algunas muy buenas, otras no tanto) es que nunca debe subestimarse el poder del regateo y de las estrategias chapuceras. Nunca hay que sentirse mal por seguir bajando ni debe uno amedentrarse ante su teatro (harán que se enfadan mucho, te dirán que te vayas a otra parte, te dirán que "eso no es dinero", que eres un rácano, que eres mala persona, etc.). Simplemente, con buen humor, debe uno lidiar hasta el final y no pagar más de lo que uno se había marcado. Como es lógico, irse de la tienda es una de las mejores formas de recibir las mejores ofertas. Sabrás si el precio era realmente bueno cuando en ninguna otra parte te lo mejoren. Yo tomé estos precios como mejores referencias:
Camisetas: 20 yuanes (2€). Compramos varias a ese precio. No coló con las imitaciones de marcas caras. Esas salieron por 2,5€ o 3€.
Playeras de marca: 50 yuanes (5€). Yo me gasté 12€ por novato, pero me las ofrecieron a ese precio. Hay imitación de todas las marcas y modelos conocidos y la calidad no parece mala. A mí me van bien.
Vestidos de mujer: 70 yuanes (7€). Un vestido Custo Barcelona nos costó eso. Desconozco si se puede conseguir más barato, pero seguro que sí.
Bufandas de seda: 1,5€ (curiosamente hay sitios donde un cartel indica, en inglés, que este artículo no puede negociarse).
Precios vistos en el blog locurachina:
Abrigo Armani de ante: 17€
Plumas Timberland: 15€
Bolsos Gucci, Versace, Luis Vouitton 5€
Rolex de imitación: 3€
Chándal Adidas: 8€
En fin, como dije, recomiendo practicar el regateo a todos aquellos que viajen a China. Pero sabed que se necesita paciencia, buen humor y disponer de bastante tiempo. Y mucho cuidado con la adicción, que luego hay que volver a casa y te puedes encontrar con sobrepeso a la hora de facturar.
Fotos (vía Google Images): 1. Silk Street 2. Tienda en Pearl Market 3. Regateo en Silk Street 4. Regateo en Silk Street
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