Un acercamiento a Bratislava

La excursión a Bratislava es muy recomendable para aquellos que, como hiciéramos nosotros, van a pasar unos días en Viena. Situada a 60km de la capital austríaca (a la que se puede llegar por avión con compañías de bajo coste como Clickair o SkyEurope), Bratislava ofrece suficientes atractivos como para justificar, al menos, una escapada de ida y vuelta.


Uno de los encantos de la capital eslovaca es el contraste entre lo que fue, lo que es y lo que será. Al llegar a la estación central uno tiene la sensación de haber retrocedido al pasado. Atrás, a sólo una hora de tren, queda la Viena barroca, con sus majestuosos edificios imperiales, con sus novísimos centros comerciales, sus cafés llenos de gente... todo eso se convierte de un plumazo en edificios deteriorados, estructuras oxidadas y calles sin vida. Son los rastros de un pasado comunista que se irá borrando poco a poco.


Uno de los principales puntos de interés de la ciudad es el Castillo de Bratislava, situado en lo más alto de una colina a orillas del Danubio. Fue nuestro primer objetivo.

Quizá sea éste el mejor lugar para admirar ese contraste entre el pasado comunista y el presente de una ciudad que lucha por abrirse paso en la Europa de los 27.

A la izquierda, a nuestros pies, podemos disfrutar de la belleza de la Ciudad Vieja, centro histórico de Bratislava. Al otro lado del Danubio se divisa el barrio residencial de Petržalka, un espectro de otros tiempos.

Después de esta obligada visita descendemos hasta el centro histórico, donde cualquier huella que dejara el régimen comunista parece haber sido borrada. Las elegantes calles peatonales, cuidadas y llenas de restaurantes, bares, etc. nos hacen olvidar la otra Bratislava y nos sumergen en una nueva ciudad, un poco más europea, pero aún coqueta y apacible.


Si, como nosotros, no dispones de mucho tiempo antes de volver a Viena, lo mejor es que te dejes llevar por la tranquilidad de estas calles y plazas, disfrutanto aquí y allá de los diferentes edificios emblemáticos, entre los que puedes encontrar desde iglesias góticas, hasta palacios barrocos pasando por algún que otro resto de fortificaciones medievales. Y, cuando las piernas lo piden, disfrutar de un buen café antes de emprender el camino de regreso es una de las mejores maneras de despedirse de una ciudad que dista mucho de aquella que vimos en "Hostel".

Un relato de Pruden Rodríguez

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