Los Atlantes son los reyes de Tula.
Cada uno está labrado en piedra basáltica y custodian la parte superior
del Templo de Tlahuizcalpantecuhtli. Se dice que estos gigantes
simbolizan el ejército de Quetzalcóatl.
Tula, capital del
imperio tolteca, vivió su máximo esplendor entre los años 900 y 1100
d.c. Fue una ciudad con áreas públicas y privadas bien definidas. En
ella se identifican espacios abiertos y construcciones de culto,
administrativas, de reunión, así como palacios, residencias, barrios y
diversas áreas de producción.
Entre las construcciones de Tula
destaca el Templo de Tlahuizcalpantecuhtli, que simboliza el triunfo de
la luz sobre la oscuridad, el Palacio Quemado y el Juego de Pelota. El
Coatepantli o Muro de Culebras, decorado con relieves de piedra
policromada, y la Pirámide del Sol.
La Pirámide B, es uno de los edificios más importantes de Tula.
Originalmente estuvo recubierto de lápidas esculpidas con relieves de
jaguares, coyotes y águilas devorando corazones humanos, que alternaba
con representaciones de Quetzalcóatl. Algunas de ellas están todavía en
su lugar original, en los lados Norte y Oriente del cuerpo inferior de
la pirámide.
En la época prehispánica, los enormes atlantes de 4.60 metros de altura no se encontraban a la vista del pueblo en Tula,
sino en el interior del templo que coronaba la pirámide, y sostenían el
techo. Cada uno de ellos representa a un guerrero ricamente ataviado
con un tocado que simula una banda de estrellas rematado por plumas,
atado a la nuca por un nudo pequeño. Estos personajes también portan
orejeras rectangulares y un pectoral en forma de mariposa, collares de
cuentas y un cinturón con broche que ostenta una gran hebilla,
probablemente representación del Sol bajo el aspecto de una cara humana.
La Pirámide C, es la estructura más grande de la ciudad de Tula.
Se trata de un edificio de carácter religioso, consta de una serie de
cuerpos escalonados semejantes a los de la Pirámide B, y se cree que
estuvieron recubiertos con tableros esculpidos y que también tuvieron
atlantes en la parte posterior. Durante las excavaciones en Tula,
se encontró aquí una losa esculpida con representaciones del planeta
Venus, relacionado con el culto a Quetzalcóatl como
Tlahuizcalpantecuhtli, que significa estrella de la mañana.
El Palacio Quemado, a pesar de su
nombre, es probable que ésta construcción no haya sido residencial. Su
función principal fue, quizás, la de sala de consejo y lugar de reunión
de los asesores del gobernante de Tula, como jueces o
el consejo de ancianos. En los lados Sur y Norte de la sala central, hay
restos de banquetas decoradas con procesiones de personajes
importantes.
El Coatepantli, compuesto por un muro de
serpientes que sirvió como el prototipo de los que se construirían
después alrededor de las plazas en las ciudades mexicas. Se sabe que en
la cosmogonía de Tula, los muros marcaban los límites
del espacio sagrado de los recintos ceremoniales, por lo que se cree que
tuvieron el mismo significado para los toltecas. Las figuras esculpidas
en las lápidas centrales corresponden esqueletos humanos devorados por
enormes serpientes de cascabel. Las almenas en forma de caracol cortado
simbolizan a Quetzacóatl en su manifestación del planeta Venus.
Existe una leyenda que señala que en Tula
se dio una gran batalla entre Quetzalcóatl y su enemigo Tezcatlipoca;
la Serpiente Emplumada se enfrentó a un Juego de Pelota al Señor de la
Noche. Al ver que perdía la batalla, Tezcatlipoca mostró a Quetzalcóatl
un espejo para que observara su rostro deforme. Decepcionado,
Quetzalcóatl bebió pulque hasta embriagarse. Tezcatlipoca se convirtió
en jaguar, por lo que el pueblo de Tula huyó asustado, y Quetzalcoatl, avergonzado, se fue a tierras mayas, en donde le dieron el nombre de Kukulcán.
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