Amatitán significa
pequeño bosque de amates. Sus primeros pobladores eran indígenas
nahuatlacas, que se establecieron en el cerro del Chiquihuitillo. Según
la leyenda, tenían un dios que llamaban Titán. Al llegar los españoles,
los indígenas les decían que no podían amar a otro dios, y señalaban:
“indio ama Titán”, por lo que el lugar adquirió el nombre de Amatitán.
En su centro histórico, visita el
Palacio Municipal, remodelado hace poco tiempo, pero que mantiene su
arquitectura tradicional, particularmente en sus ventanas y balcones, y
la parroquia de la Inmaculada Concepción de María, que data del s.XVIII.
Otro punto de interés es la presa de
Santa Rosa, que se localiza al Norte, a 18 kilómetros, y que cuenta con
un mirador a la cortina de la presa y al vertedor, cuyo caudal es
impactante.
Con respecto a antiguas fábricas tequileras, en Amatitán sobresale la ex hacienda de San José del Refugio, que desde 1870 produce uno de los tequilas más destacados de México, Herradura; la Taberna de los Tepetates, en la barranca del Río Grande de Santiago, al noroeste de Amatitán,
una pequeña fábrica que posee una nave ya sin cubierta, pero donde
todavía se aprecia su pasado tequilero con un chacuaco, hornos y un pozo
de cocimiento, y la taberna del rancho La Cofradía del Puente, que
hacia el 1800 producía mezcal mediante primitivos sistemas de
destilación.
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